Morella y Valencia

9 al 11 de diciembre de 2016

Para este fin de semana, habíamos programado el primer desplazamiento «largo» con Aldora,  una escapada a Valencia con el objetivo principal de hacer una visita a Jose, Eva y Erika, una familia que conocimos este verano en Bretaña, y con los que compartimos un par de días en Francia. En esta ocasión, el «a ver si quedamos alguna vez» se ha hecho realidad relativamente pronto.

Planteamos la escapada con una parada intermedia, la bonita Morella, donde planeamos dormir la primera noche. Y con ese planteamiento, el viernes a las 17.15 salíamos de casa con la Aldora ya cargada y lista para el fin de semana.

Siguiendo nuestra idea de #ViajarDespacio, decidimos usar sólo las autopistas donde la alternativa sea realmente mala. Así, cogemos AP7 dirección sur hasta Altafulla, donde enlazamos con la A7 y luego la N340. Lo cierto es que una de las principales ventajas de circular por carreteras (además del ahorro en peajes, claro está) son los paisajes. Claro, en invierno al anochecer tan pronto sólo podemos intuir algunas zonas… pero ver, lo que se dice ver, más bien poco.

A la altura de Vinarós enlazamos con la N232 que empieza a subir dirección Morella. La carretera está en muy buen estado y sólo se complica durante 5kms que son bastante más estrechos con curvas cerradas y bastante pendiente. Me sorprende lo bien que responde la Aldora en estas condiciones: lo poco que se inclina en las curvas, lo «lleno» que se siente el motor. Obviamente no tiene nada que ver con un turismo, pero no se hace incómoda para nada.

La carretera sube y sube hasta superar el Port del Querol, y poco después al superar un cambio de rasante, el impresionante castillo de Morella parece emerger del horizonte y queda como una isla de luz en medio del cielo negro. En ese momento nos queda claro que el habernos desviado de la ruta principal para visitar Morella ha valido la pena.

Son sobre las ocho y media cuando llegamos. Pasamos junto al área de ACs, donde vemos que hay algunas ya paradas. Como queda algo alejada del pueblo, decidimos ir al parking que hay al pie de las murallas y luego ya decidiremos dónde dormimos. Aunque el acceso parece complicado, en realidad no hay ningún problema para llegar hasta el parking de Sant Miquel. Este parking está estructurado en tres terrazas, y en la parte más cercana a la calle está iluminado. En la terraza superior encontramos sitio junto a otra AC y cerca de una camper, con lo que ya somos tres. El parking (al menos a estas horas) es gratuito y sin ningún tipo de servicio; claro, es que es un parking… pero muy bien situado, a menos de 100 metros de la Porta de la Nevera (uno de los accesos a través de la muralla).

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Damos un paseo nocturno, disfrutando que a la iluminación habitual se une la navideña, y eso realza todavía más la belleza de este pueblo. Nos sacamos unas fotos en la Plaça dels Tarrascons, lugar donde levantaron sus casas los cátaros huidos del sur de Francia (de Tarascon-sur-Ariege, principalmente), y que conocemos por las referencias que aparecen en la novela El Cátaro Imperfecto de Victor Amela.

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La plaza frente a la Puerta de San Miguel
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Calles de Morella
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Mis princesas en Morella
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La recepción del Ayuntamiento, donde estaban expuestos «els gegants»
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Calle principal con la iluminación de Navidad
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Selfie en la Plaza de los Tarrascones

Tras el paseo nocturno, nos volvimos a la Aldora para cenar. Tras la cena, y teniendo en cuenta que el sitio parece tranquilo, y que las referencias en internet a los apedreamientos son de hace 10 años, decidimos quedarnos a dormir. Por la mañana, tras una noche tranquila, descubrimos el paisaje del lugar. Es tan bonito que sacamos las dos primeras fotos para crear un nuevo apartado en la web: nuestro propio «room with a view«.

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«Room with a view», desde la cama
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«Room with a view», desde la cabina
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Vista del parking

Hago una escapada a una de las pastelerías a comprar unos flaons para desayunar. Es una pasta típica de Morella, con apariencia de empanadilla pero con una masa dulce con anis, requesón y almendra, todo ello cubierto de azúcar y horneado… muy ricos.

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Tras el desayuno, nos abrigamos innecesariamente y salimos para visitar el castillo. Primero pasamos por la basílica, pero no nos sobra el tiempo (nos esperan nuestros amigos en Valencia, a los que ya hemos avisado de que llegaremos después de comer) y decidimos visitar mejor el castillo.

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Vista general de la Basílica
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Las princesas en una de las puertas

La entrada al castillo son 3,50€ los adultos y 2,50€ los niños. Hay visitas guiadas, pero teníamos que esperar una hora y media a la siguiente, así que decidimos hacer la visita por nuestra cuenta. No es lo mismo, pero entre el mapa que te dan al entrar y las explicaciones que hay en cada punto de interés, ya nos está bien. Caralt se hace cargo del mapa y convierte en un juego la búsqueda de los 27 puntos que aparecen destacados. La historia básica de este monumental y espectacular (por la localización) castillo comienza en la época musulmana, ya que fue construido bajo el reinado de Abderramán III. En el s.XIII fue reconquistado por el rey Jaume I, sin necesidad de lucha gracias a la negociación de uno de sus generales. Tras la época cristiana, volvió a estar en el foco de las batallas durante las guerras carlistas. Curiosamente, es un castillo inexpugnable. Durante toda la historia sólo pudo ser tomado por negociación, asedio o traición.

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Vistas durante el ascenso
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Vista general de la parte sur del castillo
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Vista del pueblo desde el Patio de Armas

Disfrutamos mucho de la visita, y la llegada el patio de armas en la cumbre de la montaña es la recompensa al (pequeño) esfuerzo de la subida. Comenzamos la bajada y nos planteamos el tema de la comida. Es ya la una, así que parece más lógico comer rápido aquí y luego emprender la bajada. Decidimos parar en la Pizzeria Lola, donde pese al nombre no sólo tienen pizzas sino también varios menús de comida típica. Caralt (lógicamente) pide pizza, y Mónica y yo nos inclinamos por el menú. Pastel de berenjena y carne de primero, y de segundo ella pide hojaldre de foie con champiñones y yo cordero al horno. El pastel está muy bueno, pero el cordero me parece excepcional. Además el precio es más que razonable y acabamos pagando una factura de 31€. Un sitio más que recomendable!

Con el estómago lleno volvemos a la Aldora e iniciamos el camino a Valencia. El destino es el Valencia Camper Park, situado en las afueras de Bétera. Ahora que deshacemos el camino que hicimos anoche, podemos disfrutar del paisaje. Para mi gusto la parte más bonita del recorrido es el primer tramo, entre Morella y Sant Mateu. Curiosamente me recuerda a la zona de la Sierra que queda al sur de Segovia, por relieve y vegetación. No sé, a lo mejor es sólo una impresión, pero son los recuerdos que me trae. De Sant Mateu enlazamos con la CV10 en dirección sur hasta Castellón, donde enlazamos con la A7. Un tramo que está en obras nos hace sufrir un pequeño atasco, pero salvo esos cuatro o cinco kilómetros, la autovía ya está acabada.

Finalmente llegamos al Valencia Camper Park; un lugar curioso. A medio camino entre un área de camping car muy equipada y un camping super simple, ofrece varias opciones de «aparcamiento», y servicios opcionales (llenado de agua, electricidad, etc). A nosotros nos sale la pernocta por 12,50€ (no contratamos electricidad). El Camper Park dispone además de lavabos y duchas, parque infantil, piscina y un pequeño bar-restaurante. Está situado a cinco minutos de una parada de la L1 del Metro de Valencia, cuyos billetes hay que comprar en el Camper Park ya que la parada se trata de un apeadero sin taquillas. Curiosamente, lo que te venden en recepción es una tarjeta de 10 viajes (1,50€ cada viaje + 2€ de fianza de la tarjeta), que devuelves antes de irte y te reembolsan la fianza y los viajes no consumidos.

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En nuestro caso, usamos el metro para bajar a Valencia, ya que habíamos quedado en el centro con nuestros amigos. Hay que tener en cuenta que sólo hay dos frecuencias por hora, y que la última salida de Valencia es a las 22.25… así que antes de irnos ya teníamos claro que nos tocaría volver en taxi. Al final, entre pitos y flautas, acabamos cogiendo el tren de las 18.18 y nos encontramos con nuestros amigos casi a las siete.

Como comentaba al principio, Jose, Eva y Erika son una simpática y agradable familia de Valencia que conocimos casualmente este verano en Dinan. Terminamos la visita de la aquella ciudad juntos, y aprovechando el feeling que surgió y la amistad entre las niñas, acordamos encontrarnos en Eurodisney tres días más tarde, donde pasamos otra jornada juntos. Después de eso hemos ido manteniendo el contacto vía whatsapp y hemos acabado concretando esta visita. Ellos ya nos tienen preparada una ruta para aprovechar las pocas horas que estaremos en Valencia.

Como la zona de la Ciudad de las Artes y las Ciencias ya la conocemos, nos centramos en el casco histórico. La primera parada, es en una churrería cerca de la plaza del Ayuntamiento. Unas porras con chocolate, nos dan las fuerzas que necesitaremos para la visita. Comenzamos por la plaza del Ayuntamiento, donde hay montada una pista de hielo y un tio-vivo. Las niñas quieren patinar, así que sacamos entradas para la sesión de las 21.45 (hay una cola de impresión) para las peques y para Eva, que les hará de cuidadora en pista. Mientras llega la hora damos una vuelta por el centro: Plaza de la Reina, con la Catedral y el Miquelet (su particular torre), la Plaza de la Virgen, las monumentales Torres de Serrano (dos torres que flanqueaban una de las antiguas puertas de la muralla), la calle de la Luz, el Palacio del Obispo, … todas las zonas son un hervidero de gente, están cuidadas e iluminadas, la temperatura es agradable y los edificios unos bonitos y los otros espectaculares. El paseo es más que agradable, aunque hay que reconocer que quizás no le dedicamos toda la atención que merece ya que estamos ocupados poniéndonos mutuamente al día de nuestras historias en estos últimos meses.

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El Ayuntamiento de Valencia
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El Miquelet desde la Plaza de la Virgen
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Las Torres de Serrano
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La Plaza del Ayuntamiento, con su decoración navideña

De vuelta al Ayuntamiento, las peques y Eva tienen la sesión de patinaje y pasan un buen rato patinando y haciendo equilibrios. El tiempo pasa rápido, y cuando acaban son casi las once de la noche. Las niñas están cansadas porque han tenido días largos e intensos, así que decidimos retirarnos y encontrarnos para comer al día siguiente.

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Como todos no cabemos en un coche, nos despedimos en la Estació del Nord y allí cogemos un taxi que nos lleva hasta el Camper Park. Nos cuesta 22,50€ y nos reímos un buen rato con el simpático taxista, que resulta ser un vasco de Durango. Como curiosidad, unos días después comprobé en internet que la tarifa si hubiésemos usado Cabify (se supone que una alternativa más económica al taxi) nos hubiese costado al menos 27€. No comprobé Uber, pero el taxi está claro que no salió caro.

Tras una noche plácida y una mañana de esas sin prisa, de puro relax, nos dirigimos al pueblo donde viven nuestros amigos (cerca de Llíria). Antes de salir vaciamos aguas grises (gratuito) y decidimos no cargar aguas limpias (0,50€ por 40 litros) ya que aún nos quedan más de 60 litros, hoy no tenemos previsto usar más agua (tras dos duchas) y así ahorramos peso para el viaje de vuelta.

Una vez que llegamos a casa de Jose y Eva, aparcamos en la puerta. Como no puede ser de otra forma cuando te invitan unos valencianos, para comer nos hicieron un pica pica y paella. Pero no una paella cualquiera, una auténtica paella valenciana hecha a leña. Con la emoción, y entre charlar y comer, se nos pasó hacerle la foto de rigor. Aunque bien pensado, la foto final quizás sea incluso más descriptiva de cómo estaba la paellita!!

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Lo que quedó de la paella…
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Selfie de familia!!

Tras una larga sobremesa (lógico), salimos más tarde de lo previsto. A las 17.30, tras mucho rato despidiéndonos y apuntando planes futuros para volver a vernos (quizás en Barcelona, quizás en Valencia, puede que en Italia y si nos descuidamos en la Alsacia este fin de Año), nos poníamos en ruta de vuelta a Barcelona.

Para volver, y tras rellenar el depósito, optamos por la autovía hasta Torreblanca, y después para ganar tiempo, ya cogemos nuestra «amada» AP7 hasta Barcelona, donde llegamos sin novedad sobre las 22.30.

Resumen de Ruta: 873 kms, 2 noches, 3 días.

Totales con Aldora: 1039 kms, 2 salidas, 3 noches, 4 días.

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Mapa de la zona visitada