Selva Negra, Baviera y Austria – Parte 1, Annecy y Selva Negra.

Día 1 – Sábado, 29 de Julio de 2017 – Empieza el viaje!!

Después de tanto tiempo esperando y planeando, por fin ha llegado el primer viaje «de largo alcance» con nuestra Aldora. Como ya preveíamos, no hemos tenido tiempo de preparar nada, así que dedicamos la tarde del viernes y el sábado a poner a punto el vehículo, las maletas, las provisiones y cargarlo todo. Salimos (según lo previsto) a las 18h, pero como me he dejado en el coche unos medicamentos, nos ha tocado volver al parking a recogerlos. Total, que entre unas cosas y otras son las 19h cuando enfilamos la AP7 rumbo norte.

Todo funciona como la seda y con poco tráfico, hasta que llegamos a la frontera. Justo ahí nos paramos, y es que comienza un atasco que nos acompaña hasta la primera barrera de peaje francesa. Después el tráfico vuelve a ser fluido, aunque nos sorprende la cantidad de coches que hay para lo tarde que es.

Sin más novedad llegamos al área de ACs que habíamos elegido en Beziers. Para nuestra sorpresa, cerraban el acceso a las 18h… comprobamos la segunda, y también, cerrada a partir de las 18h. Buscamos alternativa y nos dirigimos a un área de un camping… al llegar nos la encontramos cerrada (desde las 21h y son ya las 22h). Acudimos a una cuarta opción, pero está desierta y no nos gusta la pinta del sitio. Como es tarde, decidimos meternos en el parking de un Carrefour a cenar. Mientras cenamos, viene el de seguridad y nos avisa de que no se puede estacionar. Así que acabamos de cenar los noodles que ha preparado Mónica, y decidimos volver a la autopista para dormir en un área de servicio. Es tarde y el cansancio no se ha ido, pero con el estómago lleno todo se ve mejor!! En el primer área de servicio (Beziers-Montblanc) paramos y nos vamos corriendo. La pinta del lugar daba miedo, y la de los vehículos aparcados ni te cuento. Mónica le da al park4night y localizamos otra opción 40kms más adelante… ahí vamos, y aunque no encontramos la zona de ACs (que se supone que hay), frente al hotel y el restaurante hay sitio libre, iluminado y con varios camiones. Un compañero autocaravanista francés, seguramente en la misma situación que nosotros (de cansado y de perdido) se para con nosotros y nos pregunta si vamos a dormir. Nos convencemos mutuamente de que es la mejor opción y pasada de largo la medianoche decidimos dar por concluido el primer día de ruta.

Kilómetros del día: 290kms. Totales del viaje: 290kms.

Día 2 – Domingo, 30 de julio de 2017 – Annecy Perfecto

Nos despertamos razonablemente pronto. Pese al calor hemos pasado la noche bien. Desayunamos y nos ponemos en ruta ya que queremos dejar el sur de Francia (y sus atascos en días «punta») lo antes posible. Charlando sobre lo que hemos llamado «el misterio de la toalla», seguimos ruta y antes de darme cuenta ya hemos pasado Avignon. Como siempre, en la unión de la A7 y la A9 encontramos un par o tres de kilómetros de atasco, pero nada importante. En las cercanías de Valence de nuevo el tráfico se ralentiza, pero tampoco estamos mucho parados. Este año estamos teniendo suerte con los atascos. Paramos a comer en un área de servicio de la A49 un poco antes de la una, y a las dos volvemos a estar en marcha siesta incluida.

Por la tarde, los paisajes se vuelven más interesantes. Conducir por esta autopista de subidas y bajadas continuas es más cómodo ahora con la AC que las veces que la hemos hecho con la caravana. Esta vez lo que sí que tuvimos fue una tormenta espectacular que nos acompañó durante unos 50kms, con tramos en los que todos los vehículos circulábamos a 40kmh con los intermitentes fijos puestos. Pero salvada esta anécdota, llegamos sobre las 17h a Annecy.

Finalmente llegamos a Annecy y vamos directamente a uno de los parkings que hay junto al casco antiguo (N45.8979 E6.1306). El aparcamiento está al 100% y tan sólo un par de autos han tenido suerte de poder ponerse. Pasamos a la zona de autobuses, que está bastante llena de estos vehículos y con algunos coches, y en el fondo hay un espacio. Uno de los chóferes viene amablemente y nos indica que nos pongamos. Le preguntamos y nos dice que ya no llegarán más buses, y que total, hay un montón de coches ocupando sitio. Además dice que siendo domingo por la tarde la Policía no nos molestará si estamos un par de horas.

Así que le hacemos caso y dejamos la auto para dar un paseo por el maravilloso y encantador casco antiguo de Annecy, a unos 100 metros del aparcamiento. Por el camino, reservamos billetes para uno de los cruceros por el lago, y mientras llegaba la hora de la salida recorrimos “la pequeña Venecia”, con el mismo encanto que le vimos las otras visitas (la primera hace hoy cuatro años y un día) y dejamos visto el restaurante para la cena.

En cuanto al crucero, es una experiencia que vale la pena.  Aunque no es barato (38,60€ para dos adultos y una niña), la verdad es que el punto de vista del lago y de las montañas de los alrededores desde el barco es única. Además, hacía algo de aire y eso levantaba un pequeño oleaje, así que acabamos muertos de risa y, eso sí, un poco empapados!

20170730_19123020170730_180322.jpg

20170730_184133.jpg20170730_183610.jpg

La cena estuvo muy bien. Elegimos un restaurante junto al canal, principalmente por la localización. Y probamos la tartiflette (patata, bacon y queso gratinados) y la escalopa saboyarda (escalopa de pollo con queso y salsa al horno), dos platos en torno al más típico queso de esta zona, el Reblouchon.

Antes de volver a la auto, damos un paseo por el parque y nos paramos a jugar un rato en unos columpios gigantes que han instalado allí mientras disfrutamos del ambiente de la puesta de sol. La verdad es que han pasado sólo unas cinco horas desde que llegamos, pero casi sin quererlo, hemos hecho lo que consideramos el “Annecy Perfecto”. De la vuelta a la auto, vemos que sigue sin haber sitio para aparcar en la zona de coches, y en cambio no quedan autobuses, que han sido sustituidos por unas diez autos. Así las cosas decidimos quedarnos a dormir aquí. Es pronto y así mañana podremos madrugar e irnos antes de que empiecen a llegar los autocares y molestemos.

Kilómetros del día: 414 kms. Totales del viaje: 704 kms.

Día 3 – Lunes, 31 de julio de 2017 – Entrando en la Selva Negra

Despertamos pronto, por un lado porque ya hemos dormido unas cuantas horas, y por otro porque empezamos a oír autocares que llegan y no queremos molestar. Aceleramos y decidimos desayunar por el camino (buscamos un área en la cercana Crusellas que marcamos como objetivo), así que aquí tomamos sólo un café. Pero para nuestra sorpresa, al abrir las ventanas nos encontramos aparcada en la zona de vehículos, a unos 15 metros de nosotros, la autocaravana de nuestros vecinos Andrés y Sonia. Caramba! Estamos a unos 900kms de casa y seguimos a 15 metros!! Esperamos un poco, pero debieron llegar tarde y siguen durmiendo. Como al final sólo hacía 24 horas que no nos veíamos, y nosotros ya molestábamos a los autocares que desde las 8 iban llegando, les dejamos una nota en el parabrisas e iniciamos ruta.

De camino al área de Cruselles, y tras parar a repostar, pasamos junto a un espectacular puente que cruza un todavía más espectacular barranco (Le Pont de la Caille). Nos llama tanto la atención que en la siguiente rotonda damos media vuelta y volvemos. Paramos en un amplio aparcamiento donde un par de ACs habían pernoctado (es un buen lugar, N46.0132 E6.1117) y hacemos una buena sesión de fotos. Seguimos hacia Crusellas y llegamos al área, situada junto a un lago. Este también es un buen lugar de pernocta (localización) en el que hay un “camión-home” y un “autocar-home” viviendo.

20170731_095759
Pont de le Caille
20170731_111612
Area de Cruselles

Tras la parada del desayuno, volvemos hacia la autopista y enfilamos hacia Suiza. Parada obligada para comprar la viñeta (40CHF, cada día vamos más rápidos) y seguimos rumbo a cruzar Suiza y salir por Basilea. El recorrido está plagado de radares, comenzando con uno de “bienvenida” justo a la llegada a la zona de la aduana y que era de 30kmh… no me cazó porque vi el flash de la foto tres coches por delante de mí y frené a tiempo. Así las cosas, y con casi todo el recorrido limitado a 100kmh, el viaje se convierte en un cómodo paseo. Paramos a comer en un área de la autopista suiza, y antes de darnos cuenta, abandonamos el país por la fea Basel (Basilea). Entramos en la autobahn alemana, donde el recorrido se hace algo más pesado por el tráfico, las obras y las prohibiciones de adelantamiento. Pero antes de lo que pensábamos estamos enfilando el Kinzigtal (el valle del río Kinzig) y por lo tanto entrando en la Selva Negra. El valle aquí es más ancho de lo que esperaba, y rápidamente llegamos al área de ACs de Gengenbach (N 48.4021 E 8.00732). El área es excepcional, con tomas eléctricas en todas las plazas, zona de llenado y vaciado, y situado a 10 minutos andando y al pie del carril bici que bordea el río. Tras una dura lucha con la máquina de pago, nos  declaramos incapaces. Las instrucciones sólo están en alemán, y no tenemos forma de conseguir que intente cobrarnos sólo un día (15€) y se empeña en cobrarnos tres jornadas (45€). Decidimos ir con la bici a Gengenbach y cenar allí, y luego ya veremos…

20170731_181320.jpg

Y eso hacemos. Damos un paseo en las bicis hasta el centro de Gengenbach, donde las atamos y seguimos con la visita caminando. La descripción de la Lonely Planet, comparándola con una caja de bombones de chocolate, es totalmente acertada. Gengenbach es un pueblo pequeño, encantador, limpio, pequeño, bien mantenido, con corrientes de agua que fluyen junto a las aceras. Nosotros paseamos por él mientras cae la tarde, buscamos algunos rincones y guiados por el olor, encontramos fuera del centro más turístico, un “biergarten” (jardín de cerveza, el equivalente a una de nuestras cervecerías con terraza) llamado Klosterstube (la dirección Friedrichstrasse, 31), superauténtico, sin turistas, con sólo algunos lugareños jugando a cartas. Allí nos metemos entre pecho y espalda un fantástico y gigantesco currywurst, y un par de bauernerbratwurst para las chicas, por supuesto regado con cerveza local. El sorprendente precio (25€!!) nos hace recomendarlo si queremos comer auténtica comida alemana.

20170731_184150
La imagen más típica de Gengenbach
20170731_184313
La peque posando con una «vaca fashion»

20170731_18424520170731_184216

El postre lo compramos en una heladería del centro (unos cucuruchos de helado, que nos cuesta 1€ cada uno, que resulta ser el precio habitual de un helado durante todo el viaje) y nos lo tomamos en un banco frente al Rathaus (ayuntamiento) viendo a la gente pasar y disfrutando del ambiente de la puesta de sol una vez más. Mientras, decidimos no dormir en el área de Gengenbach (que tampoco sabemos pagar) y adelantar hacia Triberg.  Cogemos la bici y volvemos por las fantásticas calles de este maravilloso pueblo, y una vez en la auto cargamos aguas (1€ 100 litros) y ponemos rumbo a Triberg, aún hacemos un tramo con luz del día pero cuando llegamos a Triberg ya es noche cerrada. Vamos al área que teníamos marcada (N 48.1317 E 8.22859), pero las cuatro plazas están ocupadas. Mientras paramos para re-programar el GPS, se nos acerca uno de los autocaravanistas que hay aparcados y nos dice que algunos otros compañeros subían a aparcar al aparcamiento del supermercado (un Netto). Eso hacemos y, aunque no hay ninguna AC, aparcamos junto a unas ambulancias y nos disponemos a pasar la noche allí sin más problemas.

Kilómetros del día: 477 kms. Totales viaje: 1181 kms.

Día 4 – Martes, 1 de agosto de 2017 – El corazón de la Selva Negra

Nos despertamos sobre las 8.30, y al salir de la Aldora para ver cómo está el panorama en el parking me sorprende la cantidad de coches que ya hay. Resulta que el supermercado (el Netto) lo abren a las 7, así que el lugar ya está frecuentado. Además hay unos carteles que no entiendo (lo que tiene no saber alemán) pero con el símbolo de prohibido aparcar, el de la grúa y dice algo de “2 stunden”. Interpreto que no se puede aparcar más de dos horas, bajo pena de grúa. Me acerco a las plazas de las autos, que están justo debajo de este parking y veo una libre, así que para allí vamos rápidamente. Una vez instalados en estas extrañas plazas cubiertas (parecen nichos), Caralt y yo volvemos al Netto a comprar el desayuno. Nos aprovisionamos bien de productos del lugar y volvemos a la auto.

Una vez desayunados y ya equipados, nos dirigimos caminando a la oficina de información y turismo. Aquí nos informan y decidimos hacer una de las rutas de las cataratas (la roja, algo más larga que la típica) y llegar hasta el lago Bergsee. La ruta, que tiene varios accesos, tiene taquillas en todos ellos. El coste para el ticket familiar es de unos 11€ (sólo en efectivo) y además compramos dos bolsas de cacahuetes (a 1€ cada una) para las ardillas. Al respecto sólo decir que los cacahuetes nos los acabamos comiendo nosotros, porque de ardilla no vimos ni una.

20170801_103801
Listas para la excursión…

La excursión para visitar estas cataratas (las más altas de Alemania) es obligatoria, ya que el paisaje y las vistas son espectaculares. Permite también internarse un poco en los impresionantes bosques que dan nombre a esta región. Pero, eso sí, hay mucha gente y el camino (al menos la ruta amarilla que es la que va uniendo las pasarelas sobre el río) está demasiado “urbanizado” para nuestro gusto. La cosa mejora cuando nos desviamos en la última de las pasarelas y comenzamos a alejarnos de la zona principal, aunque en este tramo deja de verse el río. Aquí, mientras vamos de camino a la iglesia y el lago de Bergsee, sí que encontramos algunos tramos de tranquilidad, sin gente, y con un sendero entre rocas y algo de agua que lo hace más interesante.

20170801_11081020170801_11341320170801_112853

Una vez en el Bergsee, y tras unos 4kms de excursión, esperamos un rato mientras Caralt juega en el parque hasta que llega el trenecito “Waserfall Express”. Caralt tenía muchas ganas de subir a uno de estos “trenecitos”, y aprovechamos para hacerlo aquí. El ticket familiar de un solo viaje cuesta 9,50€ y une el Bergsee (punto más alto) con la Bahnhof (estación, el punto más bajo), cruzando Triberg por la calle principal. Hacemos el recorrido entero hasta estar de vuelta al centro, donde bajamos para ir a comer a la auto. Antes entramos en una de las tiendas de souvenirs a comprar cuatro recuerdos (luego descubrimos que si los compráis fuera del centro os saldrá todo aproximadamente a mitad de precio). Miramos también los relojes de cuco (otro de los principales atractivos de Triberg), para descubrir que son muchísimo más caros de lo que esperábamos. Los que nos gustaban estaban entre 700€ y 900€, así que este no va a ser uno de los recuerdos que traigamos.

Después de comer y de la siesta bajamos a hacer algo de compra en el Lidl que hay a la entrada del pueblo. Acabamos corriendo porque queremos ver cómo el cuco del reloj de cuco más grande del mundo canta las cuatro… llegamos a las 15.58, no hay problemas para aparcar la auto, pero se pone a llover. Nos toca esperar un par de minutos (el reloj va atrasado!!) y cuando da las cuatro…. Sale el cucú rápidamente cuatro veces seguidas y listos. Nosotros nos miramos y nos pegamos un hartón de reír. Tanto correr para esto!!! Así que seguimos valle abajo,  con una parada en otro cuco gigante a pie de carretera, en este caso bastante más bonito y elaborado que el anterior. Este es más comercial, y por 1€ se pone en funcionamiento con todos sus mecanismos durante 20 segundos aunque no sea la hora en punto.

20170801_162337.jpg

Volvemos a la Aldora y enseguida (aquí está todo cerca) llegamos al Museo al Aire Libre de la Selva Negra (Schwarzwalder Freilichtmuseum en alemán ). Compramos la entrada (22,50€ el ticket familiar con el parking incluido) y hacemos la visita en la hora y media que falta para que cierren (cierran a las siete). Este museo al aire libre consta de aproximadamente una veintena de edificios típicos de la Selva Negra, desmontados de sus lugares de origen y traídos aquí. Están equipados con mobiliario, ajuar y ropa original. Algunas de las casas tienen más de 400 años, lo que impone bastante respeto. Otras son más modernas (de hace unos 70 años) y recuerdan a las imágenes de la niñez de las antiguas casas de pueblo de los abuelos. Es infinitamente curioso ver las distribuciones y pasear por las estancias. Todo es pequeño: las camas, las puertas, los techos. Hasta que vemos los almacenes de heno, grandísimos y en algunos casos gigantescos. Es una visita realmente interesante y curiosa, aunque también hay que decir que tras una hora y media de ver casas, y con el bochornazo que hace esta tarde, estamos un poco empachados.

20170801_183204
Exterior del Scharzwalder Freilichtmuseum
20170801_175451
Una de las estancias por las que pasamos
20170801_173841
Otra de las estancias, esta con ropa de la época

Salimos mientras ya cierran, y me da la impresión de que tardamos un poco más en salir que habitualmente. Nada significativo si ocho kilómetros después no nos hubiéramos encontrado la carretera cortada por un grave accidente de tráfico, con la gente todavía corriendo y poniéndose los chalecos mientras intentaban desviar el tráfico y esperaban la llegada de los bomberos. Si hubiéramos salido un par de minutos antes seguramente lo habríamos visto en directo,… o lo habríamos sufrido… tampoco vale la pena darle más vueltas, pero al final vale la pena no olvidarnos de que estamos de vacaciones y hay que aparcar las prisas.

Finalmente, y tras cruzar el precioso Wolfach en fiestas, debido al rodeo por la carretera cortada, llegamos al área de Schiltach (N 48.2911 E 8.34257). La situación es perfecta, junto al pueblo y a la orilla del río, con vistas a las preciosas casas de la otra orilla. El área no es pequeña, pero está casi llena. Entre otros por un grupo de varias ACs españolas que se han colocado cómodamente, con amplios espacios entre ellos y que están liados con las barbacoas en la calle. Vamos, una acampada en toda regla. Con problemas encontramos un hueco junto a ellos, eso sí, a primera línea de río. Como empieza a llover, decidimos dejar la visita al pueblo para mañana y aprovechar para hacer triple turno de duchas y relajarnos. El cielo es sabio y nos acompaña, con una tormenta que ha incluido un rato de granizo. Los de la barbacoa me da que han acabado comiendo la carne cruda…

20170801_194946.jpg
Vista de Schiltach bajo la lluvia, desde la auto

Kilómetros del día: 35 kms. Totales del viaje: 1.216 kms.

Día 5 – Miércoles, 2 de agosto de 2017 – Saliendo de la Selva Negra

Hoy, tras otra apacible pero calurosa noche, nos volvemos a despertar pronto. Mientras voy al pueblo a comprar pan, Mónica va haciendo unos cevapcice para el desayuno, así que los panecillos tipo pretzel que traigo junto con el cevapcice constituyen un jugoso y auténtico manjar para iniciar el día. Tras coger fuerzas, dejamos que Caralt juegue un rato con los patos en el río, y damos una vuelta por Schiltach. Claramente lo más bonito es la curiosa Marktplatz, una plaza triangular y en pendiente rodeada de casas en perfecto estado de conservación. Desde aquí subimos por la Schlossbergstrasse, jalonada también por las antiguas casas de los artesanos (la mayoría de finales del s.XVIII). Algunas tienen carteles identificándolas: la casa del curtidor, la del herrero… Seguimos dando un paseo y rodeando el pueblo. Es muy agradable de ver, aunque no es tan bonito como Gengenbach.

20170802_093835
La Marktplatz de Schiltach
20170802_094133
Otra vista de la Marktplatz
20170802_100724
Bellezas junto al río Schiltach
20170802_095716
Al fondo el área de campers, en la desembocadura del río Schiltach en el Kinzig

Tras el paseo, cogemos la Aldora y ponemos rumbo a Baviera. Los primeros kilómetros discurren por un paisaje espectacular, que nos deja en la retina magníficas impresiones de estos últimos momentos en la Selva Negra, a la que ya casi hemos aprendido a llamar por su nombre en alemán (la Schwarzwald). Le hemos pedido al navegador que nos lleve por una ruta secundaria más al sur que dar la vuelta por la autopista de Ulm, pero más al norte que la ruta por el lago Constanza que en estas fechas acusa un tráfico intenso. Esto nos permite descubrir una zona sumamente rural, con grandes extensiones de plantaciones de maíz y con un relieve muy suave. Finalmente, desembocamos en la autobahn 7 que cogemos rumbo sur para hacer los últimos 50kms hasta Füssen.

Nuestra primera intención es intentar dormir en uno de los parkings de los castillos, pero en toda la zona (los parkings del castillo, los del Tegelbergbahn y todos los alrededores) está prohibida la pernocta. En el parking nos indican amablemente un par de campings con área, pero decidimos tirar una vez más de park4night e ir al área de Füssen (N 47.5809 E 10.7062). Aunque en park4night sólo aparece una, hay al menos dos en la misma calle. La que elegimos nosotros nos cuesta 14€ (ojo, sólo en efectivo, y hay un suplemento de 2,50€ por la luz). Es uno de esos Camper Park con un edificio de servicios central (que ni visitamos) y que nos recuerda mucho al Valencia Camper Park.

Una vez instalados, sacamos las bicis y nos vamos a Füssen (aproximadamente a 1,5kms) por el carril bici urbano. Al llegar al casco antiguo, y en vista de que todos los soportes de bici están llenos, las atamos a un dispositivo vertical metálico, de considerable grosor, y dotado de una luz en su extremo superior (popularmente llamado farola). Desde aquí damos un paseo por el centro. Füssen es un pueblo bonito y agradable, pero que si no estuviera situado junto a los castillos de Luis II sin duda no sería una parada en las rutas. Aprovechamos para cenar en la terraza de un restaurante de cocina alpina, con fuerte influencia italiana. Pedimos claramente demasiada comida y salimos (al menos yo) con la barriga al 120%. Suerte que el camino ahora es ligeramente en bajada, porque si hubiera habido que dar pedales en serio no sé dónde hubiéramos llegado.

20170802_182546
Imágenes del centro d Füssen
20170802_182722
Imágenes del centro d Füssen
20170802_201236
Imágenes del centro de Füssen

Y aquí dejamos este día de trámite, que nos ha transportado de la Selva Negra a los Alpes Bávaros. Nos acostamos pronto, que mañana hay que estar a primera hora en el Ticket Center del Neuschwanstein Schloss para sacar los tickets.

Kilómetros del día: 288 kms. Totales del Viaje: 1.504 kms.

Enlace a Parte 2 – Baviera